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Mientras trabajaba como diseñador gráfico en la Fundación Charles Darwin para las Islas Galápagos, tuve acceso a muchos documentos históricos, fotos, mapas y expedientes que contaban la historia del lugar y de los científicos que lo habían recorrido. Un día, entre papeles antiguos y algo amarillentos por el tiempo, encontré un documento que me sacó una sonrisa. Era un certificado emitido por la California Maritime Academy en 1964, entregado al científico japonés Syuzo Itow, miembro de la tripulación científica del buque Golden Bear, que participó en una expedición científica a las Galápagos.
El certificado por sí solo ya era una joya histórica, pero lo que realmente me atrapó fue su ilustración. Dibujada con humor y algo de irreverencia, mostraba a varios animales icónicos del archipiélago —una tortuga gigante, una iguana marina, un pingüino, un lobo marino y una ave con gesto malhumorado— todos con expresiones entre serias, cansadas, e incluso indignadas. Al fondo, un volcán humeante y el barco Golden Bear completaban la escena.
Debajo, una frase escrita con ironía decía:
“I am happy to state that the cruise was successful in spite of this.”
(Estoy feliz de declarar que el viaje fue exitoso a pesar de esto.)
Aquella frase, combinada con los rostros de los animales, me hizo detenerme. No solo era graciosa —era una declaración estética, un acto de narración visual cargado de personalidad. Aquellos animales no eran los típicos íconos turísticos o ilustraciones científicas; eran personajes.

🧠 Cuando la historia te habla (y te gruñe)
En ese instante, sentí que algo dentro de mí se alineaba. Años antes, ya había creado una línea de muñecos llamada AngryDolls: figuras pequeñas, con formas simples y rostros permanentemente enojados. Eran muñecos anti-estrés, diseñados para representar esa emoción contenida que todos llevamos dentro, pero también para darle un giro humorístico y catártico.
La conexión fue inmediata. Esa caricatura de los años 60 era, en cierto modo, una precuela espiritual de los AngryDolls. Pero ahora, con los años vividos, el trabajo con la biodiversidad de Galápagos, y una sensibilidad más madura, sentí que era hora de llevar ese concepto más allá.
Así fue como nació la idea de los Galapadolls.
🐢 De Angry a Galapa: nace un nuevo universo
Galapadolls es un universo narrativo poblado por animales endémicos de las islas Galápagos, pero vistos desde un enfoque único: con personalidades intensas, humor irónico y una fuerte conciencia ecológica. Estos personajes no son simplemente adorables: tienen carácter, contradicciones y una historia que contar.
La tortuga Giorge no es solo sabia, también es terca.
La iguana Rosendo no es solo exótica, también es sarcásticamente dulce
El tiburón que se llama Michi, no es solo temida, también es protectora.
y el Piquero Blubby esta loquito y es un gran alivio humorístico.
Cada uno tiene su propia voz. Sus propias frustraciones, sueños y relaciones con el entorno. Y lo mejor de todo: hablan por el ecosistema que representan.
✨ Un homenaje al pasado, con visión de futuro
Esa ilustración del certificado no fue solo una curiosidad. Fue una puerta. Me recordó que incluso los documentos serios pueden contener chispas de creatividad, que los científicos también tienen sentido del humor, y que la historia de las Galápagos es mucho más rica si la vemos con ojos de niño, de artista, y de narrador.
Hoy, los Galapadolls son mi manera de rendir homenaje a todo eso: a los animales, a los investigadores, a los archivos polvorientos, y a ese momento mágico en que una caricatura de 1964 se convirtió en el origen de una nueva aventura creativa.
Porque a veces, basta una imagen perdida en el tiempo para recordarte qué viniste a crear.
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